martes, 24 de noviembre de 2009

La Navidad está a la vuelta de la esquina


Cada año parece adelantarse un poco más. Los escaparates de las tiendas la pregonan con bombo y platillo; la televisión anuncia insistentemente la llegada de nuevos e ingeniosos juguetes para los niños y las niñas sueñan con la muñeca casi humana que lo mismo habla que hace pipi. Pero lo que más delata la llegada de la temporada navideña a Madrid es ese olor a castañas asadas que nos embarga en algunas esquinas de la ciudad.


También lo revelan las largas colas que se forman en los negocios y puestos de vendedores de lotería que hoy más que nunca, y debido a la crisis, invocan al hado de la suerte para que ilumine los hogares de muchos que se han quedado “en el paro”. La Lotería de Navidad es una de las tradiciones más populares en España, prácticamente no hay persona que no compre un décimo. Se celebra desde hace 200 años y es, sin duda alguna, un fenómeno comercial en todo el país. Es tan importante que las ventas de lotería navideña recaudan más que todas las loterías juntas. Se estima que este año, y debido en parte a la recesión tan anunciada, los españoles gastarán un promedio de entre 110 y 150 euros con la esperanza de toparse con Doña Fortuna.


España ya esta inmersa en las navidades y así lo anuncian las tiendas de mazapanes y turrones, como la mítica Casa Mira –en la Carrera de San Jerónimo, a un costado de la Embajada de México- donde se venden, desde hace más de 150 años, las mejores golosinas de la temporada. Este negocio, fundado por Luis Mira, un confitero de Jijona, nos evoca las delicias de la dulcería Celaya de la calle 5 de Mayo, en el centro histórico de la Ciudad de México. Cuentan que a don Luis le costó trabajo llegar a la capital española; lo intentó hasta en cuatro ocasiones y no por culpa de alguna guerra, disturbio o robo. Lo que ocurría es que cada vez que cargaba turrón en su casa de la costa alicantina lo vendía antes de llegar a Madrid debido a la calidad y sabor de su mercancía. Y es que los españoles para el tema de la buena mesa y los grandes banquetes, se pintan solos.


Crisis, recesión, debacle financiera. El panorama puede llegar a ser asfixiante y desolador. Hasta que nos topamos con la maravilla del otoño y sus tonos ocres y bermejos; la posibilidad de caminar por los bosques de la sierra para recolectar setas y champiñones, o el regalo de recoger hojas de mil formas que caen de millones de árboles de los jardines y parques madrileños, como el del Oeste –una verdadera joya casi desconocida por propios y extraños. Estos pulmones de vida nos invitan a recorrerlos, a sentarnos en una banca con el periódico del día o un buen libro y llevar un termo de café calientito. ¡Un lujo que no cuesta nada!

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