miércoles, 25 de noviembre de 2009

“Me juró que no lo volvería a hacer”.

Hace algunos años, una reconocida actriz francesa murió a consecuencia de los golpes propinados por su novio, un carismático cantante de rock. Una mujer española de 60 años, por denunciar a través de la televisión los abusos a que fue sometida durante 40 años de matrimonio, fue quemada por su cónyuge a la puerta de su casa. Y en Latinoamérica, según un informe de la Organización de las Naciones Unidas, entre el 25 y 50% de las mujeres sufre de violencia doméstica. En México, una de cada 10 mujeres la padece y tarda de cinco a diez años en denunciarla.
¿Qué sabemos de las conductas violentas que se presentan en nuestros hogares? ¿Cuáles son las actitudes que tomamos frente a ellas?

Hace algunos años, la Asociación Mexicana contra la Violencia hacia la Mujer y el Fondo de Población de las Naciones Unidas, realizaron un estudio de opinión pública sobre el maltrato hacia las mujeres dentro de las familias mexicanas en las zonas urbanas de la ciudad de México y nueve capitales del país. Tres mil trescientas entrevistas, divididas por igual entre hombres y mujeres, desde los 12 hasta los 65 años de edad y de diferentes niveles socioeconómicos, revelaron datos interesantes. Por ejemplo, los niños (82 %) son mencionados como las personas de la familia que sufren con mayor frecuencia el maltrato físico, mental o social, seguido por las madres (28 %) y las demás mujeres de la familia (13 %) como hijas, cuñadas o primas.
Hacia la mujer las manifestaciones de violencia más frecuentes son los golpes en el cuerpo, violación, puñetazos en la cara y limitación en el gasto. Los gritos, los insultos, las groserías o cualquier otra forma de maltrato verbal, ocupan el segundo lugar. Las cicatrices, los abortos y las fracturas o lesiones físicas permanentes son muestras constantes de la conducta vil que muchos hombres ejercen sobre sus familias.


El 80% de los entrevistados coincidía en afirmar que la violencia es una conducta aprendida desde la infancia y que ejercida contra la pareja, es un delito que debe castigarse. Lamentablemente, las denuncias de estos actos ante las autoridades correspondientes son mínimas, ya sea porque quienes son golpeados temen desencadenar mayor furia, prefieren dar “otra oportunidad” o ignoran los procedimientos legales que pondrían al agresor tras las rejas. La gran mayoría de quienes participaron en este estudio señaló como necesaria la existencia de mejores leyes y albergues para mujeres que sufren de violencia doméstica, donde podrían encontrar protección y refugio así como recibir orientación legal y terapia psicológica.
En México existen organismos especializados en violencia intrafamiliar que, por su trayectoria tanto a nivel público como privado, son ampliamente reconocidos. Por eso, si eres o conoces a alguien que sea víctima de la violencia de género, DENUNCIA. No tengas miedo y recuerda que, independientemente de la ayuda profesional, es preciso anteponer el respeto a la dignidad de las personas y fortalecer el valor de la autoestima.

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