domingo, 28 de febrero de 2010

Carta al Director del periódico EL PAÍS

A propósito de un editorial del domingo 21 de febrero, 2010, titulado Calderón da la cara, expreso mi discrepancia.


Calificar de “gesto de valentía política” lo que, en principio, es la obligación y la responsabilidad de un servidor público, me parece un exceso. Las recientes visitas del presidente mexicano Felipe Calderón a Ciudad Juárez, Chihuahua, obedecen más a una reacción tardía que a una muestra de arrojo o bravura. Valientes son los hombres y las mujeres de Chihuahua que, desde hace años, han visto cómo se ha ido desgastando el tejido social de la región sin que el Estado haya hecho nada por impedirlo. Ellos y ellas son los verdaderos héroes de la historia, no un presidente que llega tarde y mal a donde lo necesitaban desde hace mucho tiempo.
“Dar la cara” es parte del trabajo de un primer mandatario, así como intentar ser eficiente y proponer soluciones enérgicas y definitivas contra un flagelo como el narcotráfico. De acuerdo con un reciente informe legislativo, casi la mitad del ejército mexicano está destinada a luchar contra el narco (94 mil 540 soldados) en lo que, desde luego, no ha sido la mejor estrategia del mundo. Gustavo de Greiff, quien fuera Fiscal General en Colombia durante la guerra contra el cártel de Medellín ya lo decía: “Este negocio no se acabará si no se despenaliza”. En todo caso, valiente sería Calderón si se atreviera a dar ese paso decisivo contra los cárteles de la droga.
El día que dejemos de ver a los políticos que están para servirnos como valientes, sin más, ese día empezarán a ejercer sus funciones en serio.


La editorial aludida puede consultarse en el siguiente link:
http://www.elpais.com/articulo/opinion/Calderon/da/cara/elpepiopi/20100221elpepiopi_3/Tes

1 comentario:

bele dijo...

Querida Laura,

En la primera de las dos visitas que calderón (con minúsculas) hizo a Ciudad Juárez, una mujer a la que le mataron a sus dos hijos lo encaró diciéndole que para ella no era bienvenido y no podía darle la mano, y él no le dijo nada; varias madres que perdieron a sus hijos en una balacera le dieron la espalda de pie y él no volteó a mirarlas ni una vez, otra mujer que también cuyo hijo fue asesinado, se sentó en la banca de un parque a esperarlo, dijo que ella no iría a tomarse la foto y hacerlo quedar bien, que exigía justicia para su niño y los otros chicos asesinados.

calderón llegó a Juárez rodeado de guardias que se dedicaron a golpear a los manifestantes. El operativo de seguridad que lo acompañó fue un acto ofensivo para los muchos que cada día tienen que salir, ellos y sus almas, confiando en su buena suerte, esperando no morir en las esquinas de su ciudad, valientes ellos, no él.

Valiente habría sido si se hubiera levantado a pedirle perdón a las mujeres que le dieron la espalda o a aquélla que le reclamó por acusar a sus hijos asesinados de pandilleros. En ningún momento vi que le diera la cara a esta gente. Por el contrario, las fotos y sus discursos de ese día muestran a un tipo francamente enojado porque no le agradecieron el gesto magnánimo de su visita, desacreditó a quienes documentaron más de mil casos de abusos de la policía federal y el ejército, la disculpa ofrecida por ofender a los chicos asesinados el mes pasado parecía la de un adolescente que le da vueltas al asunto y nunca dice por qué se disculpa.

De valiente no tiene nada, por desgracia su falta de visón y su arrogancia son muchas.

Ay, amiga, aveces este país me duele mucho.

Besos, Bele.