domingo, 14 de septiembre de 2008

A Pepe Zamarripa

Marianita, Pepe y Bele.

Septiembre empezó mal para muchos. Una de las personas más queridas, comprometidas y respetadas que he conocido en mi vida, Pepe Zamarripa, murió el domingo 7 de septiembre.

Mi entrañable amiga Anabeli me llamó desde México, hecha un mar de lágrimas, para darme la mala noticia. Me conmovió muchísimo oírla así; me hubiera gustado abrazarla muy fuerte, muy fuerte y fundirme entre sus sollozos y su tristeza. Y es que no era para menos.

Pepe era probablemente su mejor amigo y una de las personas más leales, congruentes y de una sola pieza que he tenido la suerte de toparme en este camino que se llama vida. Por eso le pedí a Anabelí que me dejara reproducir este hermoso texto que ella escribió.

Yo sólo atino a decirles a los amigos y las amigas que lo conocieron y a los que no tuvieron tanta suerte, que Pepe se quedará de mil manetas y en mil momentos entre nosotros.

Texto de Anabeli Contreras Julián a Pepe Zamarripa.

A Pepe Zamarripa lo conocí en el Bar León a principios de 1992, si mal no recuerdo. Yo quería “independizarme” de mis papás, pero no me alcanzaba para pagar un departamento, así que andaba en la búsqueda de alguien que quisiera compartir el suyo. En ese entonces Pepe vivía en Av. Nuevo León en la Condesa (en dónde más) y quería rentar una habitación, mi hermana Ada trabajaba con él y le comentó que yo era la persona que necesitaba, no estaba muy convencido, no me conocía y le dijo a Ada que seguramente le querían mandar a su casa a la hermana fea.
Ada me invitó al Bar León ya que Pepe estaría ahí. Bailamos mucho, pero no me rentó la habitación. Al final, Ada se mudó a ese departamento y se convirtió -creo yo- en una de las mejores amiga de Pepe, y él demostró que no necesitas ser la pareja de nadie para convertirte en el papá de alguien, y fue como un padre para Mariana, la hijita de Ada. Y nosotros, Pepe y yo, iniciamos una larga y profunda amistad en la que intercambiamos libros, discos, ideas, conciertos, amigos, risas y algunas lágrimas. Finalmente se convirtió en amigo de toda la familia y descubrió que las Contreras Julián no tienen hermanas feas.
Coincidimos en nuestras ideas políticas, marchamos juntos varias veces. En el 2006, después del fraude marchamos de Chapultepec al Zócalo, estaba feliz viendo la plaza llena. Siempre creyó que este país podía ser otro, luchó por ello hasta el final.
Pepe y yo fuimos amigos a pesar de muchas cosas. En una época muy oscura de mi vida lo veía a escondidas, su amistad incondicional me mantuvo a flote. Su cariño inalterable y su gran sonrisa siempre estuvieron conmigo. También compartimos épocas felices: El día que Alex y yo nos casamos -día luminoso sin lugar a dudas- le dije que lo quería y le dejé saber lo importante que era su amistad en mi vida y el que me hubiera acompañado ese y muchos otros días.
Fue un hombre comprometido con sus amigos, asesor de la izquierda mexicana, miembro del Gobierno Legítimo, inteligente, trabajador, luchador social, solidario, melómano, brillante, fanático de la lectura, generoso, amante de la Chivas y fan de los Yankees de N.Y., viajero, con un gran sentido del humor. Bromista como pocos: Un día mi mamá llamo a su casa y él le contesto muy serio “Presidencia de la República”, mi madre nomás acertó a decir “Ay, disculpe, está equivocado”.
La última vez que ví a Pepe fue en la concentración del domingo 29 de agosto en el Monumento a la Revolución, le di un abrazo y un beso, tenía prisa, me dijo que iría hacia el templete; que quería oír el discurso de AMLO. No insistí para que se quedara un poco más, uno nunca se imagina que sus amigos no estarán. Al menos le pedí que se cuidara, le di un beso, le dije adiós.
Algunos ya lo saben y otros se enterarán por medio de este texto, el domingo pasado, siete de septiembre, Pepe murió de un infarto fulminante. Como dijo su hermano Roberto, se fue con las manos limpias, no se quedó con nada, todo se lo dio a las causas en las que creía y a sus innumerables amigos. Estoy segura que México perdió a un gran ciudadano y como dice Alex el mundo perdió mucho de lo poco bueno que le quedaba. Yo perdí a mi entrañable amigo y estoy muy triste.
El 10 de septiembre, Pepe habría cumplido 50 años, seguro los celebrará bailando con música de Héctor Lavoe o de India, y luego escuchará algo de Clapton y luego... ¡Muy bien bailados, querido Pepe!

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