viernes, 1 de agosto de 2008

El verano ya esta aquí ... con todo y Eurocopa


El verano se había dado a desear pero finalmente llegó y eso quiere decir: vacaciones, rebajas y mucho calor. Algunos me critican por ser tan “pata de perro” pero después de haber trabajado incesantemente desde los 19 años y de haberlo hecho como si tuviera que mantener a dos hijos en Harvard, merezco dedicar mi tiempo a la contemplación y al deleite de las cosas bellas que ofrece la vida. Así que, si no les importa a los criticones, les comparto estas nuevas andanzas.
Empezamos por la Eurocopa, una inmejorable manera de dar inicio a la temporada de verano. Lo que más le agradezco a los organizadores de dicho evento, es haberme dado la sorpresa de mandar a mi querido Anselmo a "cubrir" el suceso futbolístico del año y haber tenido la inmensa felicidad de compartir con él unos pocos días. Aqui les dejo una "perlita" de lo que nos dejó la Eurocopa.
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“A por ellos…oé”.

Dice Eduardo Galeano que el gol es el orgasmo del fútbol. Y como el orgasmo, el gol es cada vez menos frecuente en la vida moderna. Por eso, hay que ser agradecidos con el reciente banquete de la Eurocopa. Para quienes disfrutamos del mejor fútbol del mundo, es una delicia poder tener un campeonato así. Aquí en España hay un programa de televisión que se llama “Salvados por la Eurocopa”, es decir, ¡nos salvamos de un verano aburrido, sin brillo, sin fútbol, sin emociones!
Ver jugar a Holanda y Rusia fue una gozada, aunque tengo que confesar que mi corazoncito estaba partido en dos porque tengo un amigo holandés (Wilhem) que seguramente sufrió mucho y porque los holandeses me caen a toda madre, y, por otro lado, tengo a mi vecino Giorgui Vassilenko, un fanático del fútbol, quien no pudo ver el partido porque estaba en Granada tocando un concierto para violín de Mozart (a los pies de la Alhambra… ¡bueno, tampoco está mal!).
Yo no pude ver a Croacia contra Turquía (el “patito feo” de Europa), pero dicen que fue un partidazo. Me dolió mucho el triunfo de Alemania porque Portugal era mi equipo favorito. Como muchos de ustedes saben, soy casi promotora turística oficial de ese hermoso país y me hubiera gustado que ganara.
Claro que, para guapos, los italianos y su entrenador. Parecen modelos de Giorgio Armani, ¡qué bárbaros! Pero, hay que confesar, que son unos puercos y nunca le perdonaremos lo que le hicieron a nuestro Zidane en el Mundial de Alemania. Así que,… ¡a por ellos…olé…a por ellos…olé!
Algo les heredamos a los españoles: el sentido del ridículo, las hordas de fanáticos que empeñan lo que no tienen para viajar a Viena y pagarse una entrada en la Eurocopa; Manolo “el del Bombo” que quién sabe qué jabón lo patrocina pero siempre está en los mundiales y eurocopas, la Plaza de Colón llena hasta las manitas de “forofos” vestidos con camisetas de la selección (compradas en los chinos), banderitas, monteras de torero y, desde luego, chupando desde un día anterior. Y, desde luego, la avalancha de estadísticas. “Se rompió el maleficio”, diría “Mi Rey” (como lo saludó en su momento el idiota de Fox) cuando mencionó que hacía 80 años España no ganaba un solo partido en ese fatídico 22 de junio. “Por primera vez, desde 1984, España se mete en semifinales”, gritaba un comentarista deportivo que podría ser primo del Perro Bermúdez. “España vence antiguos fantasmas y su miedo a ganarle a Italia”, decía el titular de un periódico. Otra cosa que nos asemeja a los españoles y los mexicanos es aquello de “hoy si te quiero, mañana no se”. Hace unos meses, todos (y cuando digo todos, es TODOS) los medios de comunicación criticaban a Luis Aragonés por no incluir a Raúl en la selección y ya empezaban a contar los días para su retirada. Hoy, todos los medios aseguran que “Luis, es el mejor seleccionador de la historia”. Así las cosas.
Termino esta crónica, regresando a mi admirado Galeano (por cierto, los amantes del fútbol deben leer su libro “El fútbol, A sol y sombra”). Dice Galeano que antes existía la figura del entrenador, y nadie le prestaba mayor atención. El entrenador murió, calladito la boca, cuando el juego dejó de ser juego y el fútbol profesional necesitó una tecnocracia del orden. “Entonces nació el director técnico, con la misión de evitar la improvisación, controlar la libertad y elevar al máximo el rendimiento de los jugadores, obligados a convertirse en disciplinados atletas… Él cree que el fútbol es una ciencia y la cancha un laboratorio, pero los dirigentes y la hinchada no sólo le exigen la genialidad de Einstein y la sutileza de Freud, sino también la capacidad milagrera de la Virgen de Lourdes y el aguante de Gandhi”.

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