sábado, 23 de agosto de 2008

Perder la capacidad de asombro

Como ya se habrán dado cuenta, la noticia del verano –además de los Juegos Olímpicos de Beijing, ha sido el accidente aéreo en Madrid.
A nosotros nos pilló fuera de España. Fue sólo tocar tierras españolas para que todas mis sospechas se convirtieran en certezas.
¿Qué quiero decir? Pues, que acorde con esa especie de enamoramiento malsano de los medios de comunicación por exaltar la nota roja por sobre todas las cosas, esta terrible circunstancia ha sido aprovechada sin escrúpulos por esos mismos medios que, se supone, están para informar. El problema es que ya ni eso hacen.
Al mejor estilo gringo de crear “programas especiales” con algún título sensacionalista, muchos tendrán (tendremos) que soportar una y mil veces las mismas imágenes de la tragedia, los numerosos videos y las fotografías enviadas por aficionados (muchos seguramente las venderán al mejor postor), el exhibicionismo de minutos de silencio en plazas y ayuntamientos, y las noticias “de última hora” (que siempre son las mismas) desde el aeropuerto de Barajas, el hotel donde están concentrados los familiares de las víctimas o el tanatorio de la Almudena, donde están llevando a los cadáveres sin identificar.
Juan Varela, un lector del periódico Público, lo comentaba de esta manera:
“Todas las víctimas tienen derecho a la intimidad. Y todos los periodistas deberían saber y ser conscientes de dónde está el límite entre la información relevante, incluso para provocar la reflexión del público, y el sensacionalismo. No se evita sólo con la ausencia de vídeos y fotografías. El sensacionalismo está en las horas de programación sin nada que contar, en la redundancia de las preguntas a los deudos de los muertos y heridos más allá del retrato indispensable de los efectos de la tragedia”.
Ustedes, ¿qué opinan?

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