Susy y yo subiendo la duna hacia la Côte Sauvage.
viernes, 28 de agosto de 2009
La Palmyre 2009
jueves, 13 de agosto de 2009
Madrid, entre lo castizo y lo “cool”
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Un ejemplo es Lavapiés. Lo que fue la antigua judería madrileña nos regala cada domingo su famoso mercadillo del Rastro; tabernas, como la de Antonio Sánchez, en la calle Mesón de Paredes 13, en la que aún se respira el ambiente de la tertulia literaria de toda una vida, o sus “corralas”, típicas construcciones de vivienda popular (de las que cada día hay menos en la capital española), y sus alegres patios interiores.
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La Plaza Mayor de Madrid.
Por otro lado, la vida cotidiana de los españoles no se puede entender sin la presencia del “bar de la esquina”, la “tapa” o el aperitivo antes de la comida. Llueva, truena o relampagueé, se sale a la calle y se recuperan los espacios públicos para instalar mesitas al aire libre. Muchas de esas tabernas tienen el encanto de las cantinas mexicanas, como La Ópera o La Puerta del Sol, en el centro histórico de la ciudad de México. Los bares madrileños como la Casa Camacho, La Copla o La Huevería son, al igual que sus hermanos mexicanos, tribuna filosófica o mostrador de gramática castellana. Para muestra, este cartel rotulado que puede leerse en uno de estos santuarios dedicados a Baco: “Prohibido cantar, bailar, blasfemar y hablar de política”.
Es en el verano cuando las actividades se intensifican a medida que sube la temperatura y los bares abren sus puertas de par en par para recibir a los sedientos turistas que saborean una “caña” de cerveza o un vermú de grifo con pincho de escabeche. Según el Anuario Económico de España, existen en el país 320 mil 953 bares, cafeterías y restaurantes, lo que supone uno por cada 135 habitantes en promedio. Dicen que en Madrid hay más bares que en Noruega. Cierto o falso, lo que sí hay es variedad. El escritor Moncho Alpuente publicó hace algún tiempo en la revista MADRIZ, un artículo especial sobre las tabernas del barrio de Malasaña. En él, escribía: “Ni los tsunamis inmobiliarios, ni las nuevas olas, ni las duras resacas de la represión en los años de plomo, pudieron con la secular institución de la taberna”.
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¡Bienvenidos a Madrid!