Existen distintos grados de
machismos. Los hay más evidentes y que no son aceptados por la mayor parte de
la sociedad; pero también ocurren a través de ciertas actitudes arraigadas en
nuestra propia cultura, de menor gravedad pero con el mismo tronco.
Se trata de un término
acuñado en 1991 por el psicoterapeuta argentino Luis Bonino Méndez para dar
nombre a prácticas también conocidas como “pequeñas tiranías”, “violencia
blanda, suave'” o de “muy baja intensidad”, “machismos invisibles”, “sexismo
benévolo” o “microagresiones” basadas en el género, esto es, maniobras más o
menos puntuales de lo cotidiano y casi imperceptibles y ocultas para las
mujeres que las padecen. Seguro que si preguntas por ahí, muchas de tus
compañeras ni siquiera las considerarían como actitudes machistas.
Un ejemplo de micromachismo
El blog MicroMachismos de la
periodista española Ana Requena, publicado en eldiario.es, quiere ser un
espacio “para rastrear y denunciar los machismos cotidianos y tantas veces
normalizados”. Y, agregaríamos, muchas veces justificados y legitimados por el
"no fue para tanto", por la vergüenza que una mujer siente de
contarlo, por el malestar denso y pegajoso con el que se queda. En su blog,
Requena ofrece numerosas muestras de anuncios que contienen micromachismos, así
como de testimonios de mujeres que los han vivido en la propia piel.
Un ejemplo de micromachismo
que recientemente desató una gran polémica en Holanda, un país respetuoso con
la igualdad de género, fue el comentario de Hans van der Linde, dueño de una
empresa de catering encargada del servicio durante la Cumbre Nuclear que se
desarrolló en Ámsterdam. Según él, había optado por "uniformidad" de
género del equipo. "Si añades tres rubias platino a un grupo de 20
hombres, la imagen que queremos dar se estropea", justificaba.
Micromachismos en la vida
cotidiana
En nuestra vida cotidiana,
hay numerosas muestras de abusos: hombres que se detienen a mirar cómo te
estacionas mientras niegan con la cabeza, o en el estacionamiento público
cuando tratan de “alburearte” preguntándote “¿Se lo lavo, señito?”, por
mencionar algunos.
De acuerdo con Bonino, muchos
de estos comportamientos no suponen intencionalidad, mala voluntad ni planificación
deliberada, sino que son hábitos de funcionamiento frente a las mujeres que se
realizan de modo automático, sin reflexión alguna. Otros en cambio sí son
conscientes, pero en uno y otro caso siempre atentan “contra la autonomía
personal de la mujer".
Bonino, que se ha especializado
en el abordaje clínico y preventivo de las problemáticas de mujeres y varones
asociadas a su socialización de género, señala que “las mujeres se sienten
deterioradas en su estima personal y autonomía y los hombres sufren las
consecuencias de no conseguir someter plenamente a la mujer".
Tipos de mM
(microMachismos)
Con objeto de describirlos
adecuadamente, Bonino establece cuatro categorías de mM que se dan en las
parejas:
- Los mM directos, aquellos en los que el
hombre usa la fuerza moral, psíquica, económica o de su personalidad para
intentar doblegar a las mujeres y convencerlas de que la razón no está de
su parte: atemorizar a la mujer mediante el tono de voz, la mirada o los
gestos; tomar decisiones importantes sin contar con ella; anular las
decisiones que ella ha tomado; controlar su dinero o sus gastos;
monopolizar el sofá y el mando de la tele; obtener lo que se quiere de
ella por cansancio, ganarle por agotamiento.
- Los mM indirectos, maniobras súper
sutiles que llevan a la mujer en la dirección elegida por el hombre y se
aprovechan de su pensamiento confiado: silencio, aislamiento y mal humor
manipulador; puesta de límites, desautorización, dobles mensajes
afectivo/agresivos; autoindulgencia y autojustificación, echar balones
fuera, hacerse el tonto y el bueno, engaños y mentiras; no respetar sus
sentimientos, controlar sus horarios, sus citas y sus actividades, poner pretextos
a que salga o se relacione con su familia o amistades; poner en duda su
fidelidad, considerar que es como una niña que necesita ser cuidada y
protegida, poner excusas para justificarse (yo no quería, no me di cuenta,
ha sido culpa de mi trabajo).
- Los mM de crisis: hipercontrol, rehuir la
crítica y la negociación, victimismo, darse tiempo, dar lástima.
Engañarla, mentirle o no cumplir los acuerdos; amenazar con abandonar la
relación o con iniciar una aventura con otra; no valorar o no dar
importancia a las tareas o actividades que ella realiza; dar lástima (sin
ti no sé qué hacer, si tú no estás me pasará algo malo).
- Los mM utilitarios: considerar, por
ejemplo, que su papel fundamental en la vida es ser madre; desanirmarla o
impedirle que estudie o trabaje; no asumir la responsabilidad o las tareas
de la casa, del cuidado de los hijos.
Como verás, los
micromachismos no son tan “micro” como parecen. ¿Tienes otros ejemplos?
Compártelos y denuncialos.