Hace 30 años, por primera vez en la historia de la
televisión mexicana, un equipo de producción de la empresa Televisa, encabezado
por María Victoria Llamas, renunció por motivos de censura. Orgullosamente yo
formé parte de ese grupo de profesionales solidarios y decentes. ¿Nuestra
falta? Haber diseñado y producido dos programas serios, bien documentados y
reconocidos por su respeto a las personas afectadas por VIH-Sida. Lo que quería
el propietario de la entonces televisora más importante del país, era una
emisión sesgada, amarillista y claramente morbosa. Se han dado algunos pasos,
sin duda, pero la deuda de los medios de comunicación con respecto del tema
sigue siendo inmensa.
viernes, 1 de diciembre de 2017
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