Entre los países de América Latina, México es uno
de los que presenta mayores índices de violencia de género: casi 60% de las
mujeres la ha padecido en alguna de sus manifestaciones. De acuerdo con datos
ofrecidos por ONUMUJERES, tres de cada cien mujeres que acuden a denunciar son
asesinadas en represalia. ¿No es aterrador?
Según las estadísticas vitales de mortalidad del
Instituto Nacional de Estadística y Geografía de México (de principios de marzo
de 2016), en los tres años de gobierno de Enrique Peña Nieto 6 mil 488 mujeres
han sido asesinadas en el país, es decir, en promedio seis cada día. De ellas,
1 mil 117 son niñas y adolescentes de entre 0 y 19 años de edad, lo que
representa el 17% del total de mujeres víctimas de homicidio en territorio mexicano.
Para documentar aún más nuestro pesimismo, de
acuerdo con la organización civil Católicas por el Derecho a Decidir, durante
la primera mitad del gobierno de Felipe Calderón (2007-2009) se registraron 4
mil 433 feminicidios en trece estados mexicanos y 3 mil 976 desapariciones
forzadas tan sólo en el último año y medio. De éstas últimas, el 51% fueron
mujeres entre los 11 y los 20 años, lo que indica que este delito está
directamente relacionado con la trata de mujeres, asevera esta organización. Un
simple ejercicio de comparación nos revela que con Peña Nieto hay un 46% más de
mujeres asesinadas.
No, señores, el feminicidio no es un crimen
pasional, como lo califican algunos medios de comunicación, tampoco es una
situación que provocan las mujeres (“se lo buscó”, dicen algunos). No, no es un
simple homicidio. Medítenlo.
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