¿A quién observa el pequeño
mono araña? ¿Qué ven sus ojillos asustadizos que contrastan con la serena
mirada del amo? ¿Por qué se aferra a la cabeza del niño? Si pudiésemos leer la
primitiva mente del animal, diríamos que no se fía de los individuos que tiene
enfrente. Quizá porque se parecen demasiado a quienes lo dejaron huérfano y sin
casa. Sin embargo, él no sabe que estos hombres han venido al corazón de la
selva amazónica brasileña por otro motivo: fotografiar a la tribu awá, una de
las más amenazadas del planeta debido a la deforestación descontrolada.
¿Y el niño? ¿Tampoco confía
en estos hombres? Con atención mira la lente de la cámara que le intenta robar,
no ya el alma, sino un trozo de imagen. Sus ojos observan con cautela y
curiosidad. Quieren descubrir lo que el fotógrafo tiene entre las manos. Acaso
pretende asomarse a la pequeña ventana del aparato.
Por la cercanía del rostro y
la nitidez de la imagen, alguien muy moderno o demasiado joven diría que se
trata de un selfie. Esa moda tan de mal gusto que ha inundado las redes
sociales de rostros ridículos. Hasta el término suena mal: selfie. En efecto,
alguien podría afirmar que la estética de esta foto coincide con la tendencia
visual del momento, si no fuera porque ha sido tomada por uno de los mejores
fotógrafos del mundo: Sebastiao Salgado.
Este joven de ojos negros,
que podría pasar por un varón o una hembra, se llama Yahara. Afortunadamente,
no sabe lo que es un selfie y lo más seguro es que nunca lo sepa. Y aunque lo
supiera, es difícil que su cabeza, acostumbrada a contar árboles y ríos, se
haga una idea de lo que es “colgar” cada día 93 millones de autofotos. Yahara
solo sabe colgarse de las lianas. Para su fortuna, las únicas nubes que conoce
son las que cruzan el cielo desatando tormentas de vez en cuando.
Dice el escritor mexicano
Jordi Soler que, desde la perspectiva del hombre primitivo, el selfie sería “el
acto por medio del cual una persona se roba el alma a si misma, como quien se
roba su propia cartera”. Inquietante opinión.
¿Y pensar que Facebook es la
mayor red social de imágenes con más de 240 mil millones de fotos publicadas?
La perturbadora cifra nos pone la piel de gallina. En todo caso, si pudiéramos
pedirle algo a este joven amazónico sería no asomarse demasiado a este mundo de
imágenes desacralizadas, robadas a golpe de teléfono móvil. No vaya a ser que,
en medio de tantas, el alma se le pierda.
Regresemos a la fotografía de
Sebastiao Salgado. El ángulo que forman las dos miradas, la del mono, dirigida
hacia la derecha, y la del niño, que observa de frente, nos ofrece un abanico
de posibilidades para inventarnos más de un fábula. Como ésta: la de Yahara y
el mono araña, cuyos ojitos encendidos como dos pequeños tizones parecen
alertar de que la presencia de hombres blancos en la tribu nunca traerá nada
bueno.
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